Los imprevistos siempre asaltarán nuestra vida y, si no estamos firmemente asidos de la mano de Dios, amenazan con movernos de nuestra fe. Los hechos no esperados pueden estar representados en problemas de la cotidianidad o circunstancias adversas con las personas con quienes interactuamos en la cotidianidad. Los cristianos estamos llamados a superar esas situaciones. La solución no está en preguntarnos: ¿Por qué ahora? ¿Por qué de esta manera? ¿Por qué a mí? La solución está en volver la mirada a Aquél que todo lo puede: Dios.
I.- El líder cristiano debe estar preparado para los momentos críticos durante su ministerio (vv.1-6).
1.- Como en el caso de Moisés, todos enfrentaremos momentos de dolor o quizá angustia pero aún así, debemos seguir adelante (v.1).
2.- Es previsible que cuando las cosas no marchan bien o algo sale mal, las críticas se vuelcan sobre el pastor, obrero o líder (v.2).
"Como hubo una gran escasez de agua, los israelitas se amotinaron contra Moisés y Aarón..."
a.- No podemos permitir que nos embargue el desánimo.
b.- En momentos de crisis debemos guardar la calma para pensar acertadamente.
3.- La ingratitud es frecuente en aquellos por quienes incluso nos hemos desvelado para servirles (vv. 4, 5).
II.- En los momentos de crisis debemos buscar a Dios en procura de guía (vv.6-9).
1.- En nuestras fuerzas no podremos resolver los problemas sino con ayuda de Dios (v.6).
2.- Dios responde al clamor de sus siervos en momentos de crisis (v. 6 b.)
3.- El obrar de Dios proviene de donde menos lo pensamos. La lógica de Dios no es la misma nuestra (vv. 7,
.
III. Lo que nos garantiza éxito es obrar conforme Dios manda (vv.9-13).
1 Una cosa es hacer las cosas a la manera de Dios y otra bien distinta, hacer las cosas a nuestra manera "acomodando" lo que Dios nos ordenó (vv.9-11).
a.- Dios tiene todo cuidadosamente planeado. No improvisa.
b.- No podemos "tratar de ayudar a Dios"
"Tal como el Señor se lo había ordenado, Moisés tomó la vara que estaba ante el Señor... levantó la mano y dos veces golpeó la roca con la vara, ¡y brotó agua en abundancia, de la cual bebieron la asamblea y su ganado!" (vv. 9, 11. Nueva Versión Internacional).
2.- A Dios no le agrada que obremos "a nuestra manera" porque además de desconfianza, le roba toda la honra y la gloria (vv. 12, 13).
Conclusión:
El liderazgo cristiano no está exento de la intolerancia, críticas y ataques de quienes están a cargo. ¿Qué hacer? La solución no está en renunciar ni tampoco en contemplar el desánimo como una salida ante la crisis. Es en Dios en quien encontramos las fuerzas necesarias para seguir adelante. Además, cuando volvamos a El en oración en procura de orientación sobre qué hacer, debemos ser fieles a sus prescripciones. Las respuestas de Dios las asumimos tal como debe ser y no a nuestra manera. Esa es la única forma de garantizar un buen desenvolvimiento en cuanto hacemos.