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  El Cambio De Campo
 

El cambio de campo

 La falta de estabilidad en el pastoreado es un hecho común. Tarde o temprano cada pastor tiene que preguntarse, ¿debo cambiarme de campo? Sin duda, una razón para esto es el espíritu inquieto de la edad, impaciencia con lo viejo y un reclamo continuo por lo nuevo. Es uno de los resultados naturales del rápido crecimiento y un espíritu empresarial en nuestro país.

I. Lo malo de cambiar de campo

Los males son numerosos y serios y únicamente las razones imprescindibles le justifican hacerlo.

Resulta en una pérdida grande de lo que el pastor tiene a su favor. El amor y confianza de la congregación que el pastor ha logrado, constituyen elementos importantes en su poder. Estos, a diferencia de la popularidad, son adquiridos poco a poco pero, una vez adquiridos, contribuyen en gran manera a su obra en público y privado. Al abandonar su iglesia él lo pierde todo y tiene que empezar de nuevo el trabajo penoso en otra iglesia. La capacidad del pastor de ser de bendición a su pueblo se realiza a través de un sabio conocimiento del carácter de la gente. Al cambiar de iglesia él tiene que empezar nuevamente a estudiar la congregación.

Pocos pastores aumentan el rango de su aprendizaje original después de su primer pastorado. En su primer carga ellos están obligados a empujarse a nuevas líneas de pensar pero, en el campo nuevo, hay la tentación usar los temas antiguos y sermones de su fichero. Resulta que su capacidad mental merma y ellos andan en el mismo círculo. Su crecimiento intelectual y teológico está frenado.

Esta inquietud y anticipación de cambiar desanima al pastor de formar un plan extensivo para la instrucción y el desarrollo de la iglesia. Su meta, más bien, es tener resultados inmediatos. Por eso, sus sermones son más a menudo sentimentales y sensacionales, limitados a pocos temas y el desarrollo de la vida de la iglesia está embromado.

Es más probable que haya una disminución impresionante en el respeto público por el ministerio. En parte, es el resultado de esta inquietud, pero también es porque piensan de los pastores como siervos públicos desinteresados. Tampoco piensan de ellos como una fuerza permanente en el barrio. Son más bien pasajeros.

II. Causas insuficientes para cambiar de campo

Muchas veces hay causas que sirven para inquietar un pastor que no deben producir tal resultado. A la verdad, algunas de ellas pueden servir más bien para fortalecerle en vez de animarle a disolver la relación pastoral. Por ejemplo:

Depresión mental. Una vida sedentaria estudiosa a menudo induce condiciones nerviosas anormales y el hipocondríaco, mal intérprete los sentimientos del pueblo, desestima los resultados de su ministerio. Si él opta por cambiar de campo los desarrollos subsecuentes manifestarán que no había causa.

La falta de popularidad. Muchas veces esto es debido a defectos en el carácter y la obra del pastor y la solución verdadera no está en un cambio de campo sino en corregir sus fallos. La falta de preparación, tal vez, resulta en sermones que no alimentan a los oyentes. Puede ser que él ha fallado en administrar la iglesia y la iglesia no avanza. En otros casos hay imperfecciones en su espíritu o en su vida que impiden a la gente respetarle o confiar en su ministerio. En todos estos casos, la falta de popularidad no indica que hace falta un cambio de campo sino un cambio en su espíritu, plan y manera de obrar.

Dificultades en la iglesia. Estas pruebas entran más o menos en la vida de cada pastor pero no son una indicación de que es tiempo de cambiar de campo. Puede ser que la prueba fue mandada por Dios en forma de disciplina, diseñada para desarrollar, a través de la fe y paciencia, un carácter más noble y un aumento de su poder. Cambiar de campo, en tal caso, es una escapada cobarde del deber y resultaría en el fracaso en lugar de recibir la bendición. Yo temo que muchas veces el rompimiento del vínculo entre el pastor y la iglesia no es nada más que esquivarse de pruebas y resulta en pérdida para ambos, el pastor y la iglesia.

Los que buscan un puesto más alto. Hay una ambición, no santificada, insatisfecha con adelantamiento a través de crecimiento natural que siempre anhela alcanzar puestos más altos en el ministerio a través de salir en el diario, predicar sermones sensacionales o la influencia de amigos. Cuando hay un púlpito desocupado en una iglesia eminente siempre hay algunos ansiosos de ser llamados para ocuparlo. Debe ser obvio que tal espíritu está lejos de ser el espíritu genuino que debe caracterizar un pastor cristiano. Al final, hace daño a la reputación de aquel que se permite tener semejante espíritu porque tarde o temprano nuestro egoísmo se manifestará.

III. Razones válidas para un cambio

A veces un cambio de campo es, sin duda, el deber del pastor. La Providencia y el Espíritu Santo de Dios que le guió en formar la relación pastoral le guiará también cuando sea tiempo de disolverla. Las siguientes son algunas razones para cambiar de campo.

Crecimiento en habilidad que va más allá de la esfera del campo. Supongamos que un joven pastor se ha radicado en cierto campo. Su fidelidad en estudiar y trabajar le ha desarrollado de tal manera que está capacitado para una esfera más amplia. Si este hecho se manifiesta por el juicio de los hermanos y la Providencia de Dios, es su obligación, a sí mismo y a la causa de Cristo, entrar a un campo más amplio.

Los límites de salud por parte de él o de su familia. La grandeza de lo que se requiere del intelecto y tensión nervioso en el día de hoy a veces obliga a un pastor a buscar un campo donde no tendrá que llevar una carga tan pesada. Allá él puede aprovecharse de lo que él preparó anteriormente para su obra en el púlpito. Aun que es lamentable para su crecimiento intelectual, es mejor que un quebrantamiento mental o físico. A veces el clima no es favorable y en tal caso un cambio es aconsejable

Un salario no adecuado. Las pocas entradas que un pastor recibe de una iglesia a veces no alcanzan para su familia. En tal caso él debe escudriñar bien sus motivos. Es posible que una iglesia más grande, y un salario mejor apele a su egoísmo. La necesidad de un salario mejor debe ser verídica y no imaginaria.

Estar continuamente incómodo en su obra. A veces un pastor se encuentra en una iglesia donde él ha cumplido lo mejor posible su obra pero hay fuerzas en la iglesia que siempre se ponen en contra a él. Cada vez que él propone hacer algo está vencido por una comisión que se le opone. Puede ser que algunos de los miembros le apoyan pero la mayoría no. Si es imposible cambiar semejante situación, a mí me parece que sería su deber renunciar y buscar un campo donde tendría más libertad para trabajar y usar sus dones.

Por último, quiero decir que un pastor debe esperar pruebas en cualquier iglesia o comunidad. Un cambio de campo no será nada más que un cambio de pruebas. Es cuestión seria si, en muchos casos, un cambio simple de fe en Dios, un poco más paciencia en las pruebas y un poco más de persistencia, pudieron haber evitado la necesidad del cambio. Estas cualidades siempre aumentan la fuerza del pastor y desarrollan las fuerzas de su naturaleza intelectual, moral y espiritual y aumentan su influencia como un ministro de Cristo. Sin duda, la inquietud que se ve tan a menudo en el ministerio indica que algo está mal en los pastores o en las iglesias y sirve para debilitar la influencia de ambos.

PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN 

1. ¿Qué desventaja tiene cambiar de campo?

2. ¿Cuáles son las causas insuficientes por cambiar de campo?

3. ¿Mencione alguna de las razones válidas para un cambio?

4. ¿El cambio de campo termina con las pruebas del pastor?

Harvey, Hezekiah, traduc. Russell George, El pastor y sus calificaciones, literaturabautista.comUsado con permiso.


 
 
   
 
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