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  El Renuente
 

CÓMO TRATAR A LOS QUE RECONOCEN QUE DEBEN VOLVERSE A DIOS PERO PONEN EXCUSAS

Con frecuencia tropezamos con personas que han escuchado el Evangelio por muchos años y están convencidos de que es la verdad y que algún día deberán reconciliarse con Dios, pero tratan de aplazar este momento con toda clase de excusas. Algunos dicen:

O. No me siento con deseos de ser cristiano.

R. Hay personas que creen que antes de ser convertidos han de sentir alguna emoción especial, un gran peso por sus pecados, han leído, quizá de grandes despertamientos en los cuales personas emocionales lloraban y hasta se desmayaban por el temor de la condenación y el deseo de ser salvos. A los tales puede leérseles Juan 3:20, 21: “Amados, si nuestro corazón no nos reprocha algo, mayor que nuestro corazón es Dios y Él conoce todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprocha tenemos confianza en Dios”.

Y también Jeremías 17:9 y 10: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso. ¿Quién podrá conocerlo? Yo, Jehová, que escudriño la mente y pruebo el corazón, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras”.

O. No me siento pecador como para ser condenado. Que Dios condene a los grandes pecadores del mundo se comprende, pero no a una persona que no hace mal a nadie, sino todo el bien que puede. Esto me hace dudar del infierno.

R. Explíquele que Dios no es injusto, y no va a condenar en bloque a la humanidad entera, sino que la Palabra de Dios enseña que cada persona va a ser juzgada según sus obras, leyéndole Apocalipsis 20:11 y 12: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y no se encontró ningún lugar para ellos. Y vi a los muertos grandes y pequeños de pie delante de Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”.   

“Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras”.

El que sea usted una persona honorable puede tener el mérito de disminuir su grado de condenación, pero no va a librarle de ser condenado, pues la Palabra de Dios dice en Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”… “No hay justo ni aun uno; no hay quien entiende, no hay quien busque a Dios”.

¿Cree usted que es poca cosa el ser destituido de la gloria de Dios? Y éste es el veredicto que pesa sobre todos aquellos que no han buscado a Dios en esta vida, por más que en muchos de los condenados existan atenuantes que van a librarles de una condenación terrible, pero no del ser destituidos de la gloria de Dios. Háblele aquí de los privilegios de los redimidos por Cristo, leyéndole Efesios 1:3, 11-14: “Benditosea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo… a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que ya antes esperábamos en Cristo. En Él también vosotros, habiendo oído la Palabra de Verdad,el Evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados también en Él, con el Espíritu Santo de la promesa, el cual es las arras de nuestra herencia con miras a la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”.

Así como Apocalipsis 1:5 y 6: “Al que nos amó y nos liberó de nuestros pecados con su sangre e hizo de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre, a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos”.

Aun cuando usted sea tan bueno que no ocupe sino un lugar muy lejano en la escala de condenados, esta sola condición es suficiente para que tenga que lamentar muy mucho los privilegios que hubiese tenido aceptando a Jesucristo como su Salvador y Señor. Ahora note que sólo hay un medio para evitar el juicio de condenación y es el que Jesús declara en Juan 5:24: “De cierto, de cierto os digo: el que oye mi Palabra, y cree al que me envió tiene vida eterna y no vendrá a juicio de condenación sino que ha pasado de la muerte a la vida”.

Para demostrarle la pecaminosidad efectiva de todo ser humano ante la Ley de Dios, cítele el texto de Mateo 7:12: “Así que todo cuanto queráis que loshombres os hagan a vosotros, así hacedlo vosotros a ellos, porque esto es la ley y los profetas”.

Fíjese que Jesús declara que ésta es la esencia de la ley divina, sin embargo podemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿Ha hecho usted siempre a sus prójimos lo que desea que otros hagan con usted? Yo no, porque mi corazón es egoísta y siento que no puedo justificarme delante de Dios hasta el punto de poder pedirle que me clasifique entre los justos por mis propios méritos. No puedo decirle que he sido tan bueno durante toda mi vida que no necesito para nada la obra redentora de Jesucristo, para borrar mis pecados. ¿Puede hacerlo usted?

Por esto es que Jesús añadía a continuación: “Entrad por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y son muchos los que entran por ella, porque es estrecha la puerta y angosto el camino que lleva a la vida y son pocos los que la hallan”.

¿Y cuál es esta puerta por la cual tenemos que pasar ineludiblemente para entrar en la vida eterna? Véalo en San Juan 10:7-9: “Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo, yo soy la puerta de las ovejas… el que entre por medio de mí, será salvo, entrará y saldrá y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia».

Y añade aún más: “yo soy el buen Pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas.”

O. Seguro que me convertiré algún día, pero todavía no, porque soy joven y quiero disfrutar de la vida.

R. Pero Dios dice, en Eclesiastés 12:1: “Acuérdatede tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos y lleguen los años de los cuales digas no tengo en ellos contentamiento”.

Expóngale el ejemplo del rico necio que dijo:”Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años, descansa, come, bebe, diviértete, pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedir tu alma, y lo que has provisto, ¿para quién será? Así es el que atesora para sí mismo y no es rico en Dios”.

Enfatícese esta verdad con Gálatas 6:7 y 8: “No osengañéis, Dios no puede ser burlado, que todo lo que el hombre sembrare, esto también segará, porque el que siembra para su carne de la carne segará corrupción, mas el que siembra para el espíritu del espíritu segará vida eterna”.

O. Es un porcentaje muy pequeño el de las personas que mueren de accidente o de muerte repentina, y Dios sabe que tengo verdadero propósito de ser cristiano algún día, y la Sagrada Escritura dice que Dioses “lento para la ira y grande en misericordia”.

R. Por parte de Dios sí, hay muchas demostraciones y pruebas de que Él es paciente, pero puede ocurrir que usted mismo cambie de actitud. En Hebreos 3:12 y 13 se demuestra que el esperar puede traer dureza de corazón: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros un corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo, antes exhortaos los unos a los otros cada día, entretanto que dura este Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el pecado”.

Muéstresele que no siempre habrá oportunidad para reconciliarse con Dios, leyendo Isaías 55:6, que dice: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Jehová, el cual tendrá compasión de él, y a nuestro Dios el cual será amplio en perdonar”.

Nótese la razón para esta acción rápida por nuestra parte, pues el profeta continúa diciendo: “Porque mis pensamientos no son como vuestros pensamientos ni mis caminos como vuestros caminos, dice Jehová”.

Esto queda ilustrado con la historia ya citada del rico necio, que no contaba con que los planes de Dios para con su vida eran diferentes de los suyos (véase Lucas 12:15-20), y es lo que afirma Santiago en el capítulo 4:13-17 de su epístola: “Vamos ahora los que decís, hoy y mañana iremos a tal ciudad y estaremos allí un año, y traficaremos y ganaremos, cuando no sabéis qué será el mañana porque ¿qué es vuestra vida?, un vapor que aparece por un poco de tiempo, que luego se desvanece, enlugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, y si viviéremos haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis envuestras fanfarronadas. Toda jactancia semejante es mala; el pecado está, pues, en aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace”.

Y es lo que dice también Salomón en Proverbios 29:1, donde leemos: “El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado y no habrá para él medicina”.

Jesucristo destaca también la responsabilidad de aquellos que han tenido oportunidad de escuchar su Palabra y han resistido las invitaciones de su gracia, diciendo: “Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa de supecado” (Juan 15:22.)

O. Algunos responderán: Quisiera ser cristiano,pero perjudicaría mi negocio.

R. Es cierto que en muchas partes del mundo aún hoy perjudican mucho sus intereses materiales, y hay naciones en las que llegan a exponer su libertad los que se declaran cristianos y empiezan a poner primero en sus vidas las cosas de Dios, pero los negocios de esta vida –y la misma libertad– no es lo más apreciable de todo, mientras que la salvación es eterna. Enséñesele que es preciso que confíe en Dios, leyéndole 2º Crónicas 25:8, 9: “En Dios está la fortaleza para ayudar o para derribar; y AmasÍas dijo al varón de Dios: ¿Qué, pues, se hará de 100 talentos que he dado al ejército de Israel? y el varón de Dios respondió: De Jehováes darte mucho más que esto”. Así como Mateo 6:33, donde leemos: “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas”.

O. Es que mis familiares se me oponen.

R. Cítele Marcos 10:29, 30: “De cierto os digo que no hay ninguno que no haya dejado casas, o hermanos y hermanas, o padre, o madre, o hijos, o campos, por causa de mí y por causa del Evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, con persecuciones, y en la era venidera, la vida eterna”.

Y también Marcos 8:34-38: “Y llamando a la multitud, así como a sus discípulos, les dijo: Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, pues cualquiera que quisiere salvar su vida la perderá, pero cualquiera que haya de perder su vida por causa de mí y del Evangelio la salvará.”

Porque, “¿qué provecho hay que una persona gane el mundo entero y que pierda su alma? ¿Pues qué puede dar el hombre a cambio de su alma?”

Porque quien quiera que se avergüence de mí y de mis palabras, en medio de esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del hombre también se avergonzaría de Él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”.

Manual práctico de evangelismo por Samuel Vila 


 
 
   
 
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