Capítulo 18
El líder se sobrepone a la adversidad - ¿Qué impide salir adelante?
Ps. Fernando Alexis Jimenez
Apolinar Salcedo vio muchos atardeceres en su pequeño pueblo hasta que un accidente, a los siete años de edad, le dejó ciego. Un amigo con quien compartía juegos disparó un arma, y el proyectil impactó el rostro del muchacho.
¿Sus orígenes? Una familia sumidad en una precariedad económica considerable. Sin la capacidad de ver, enfrentando carencias económicas y confinado en un pueblo en el que difícilmente podría acceder a los avances tecnológicos ¿Cuál podría ser su futuro? Para muchos el fracaso. Sin embargo lo que para la gran mayoría de personas significaba una situación desesperada, se constituyó para Apolinar en el principal reto para vencer.
No solo concluyó sus estudios básicos y secundarios sujeto a la penumbra, sino que además se empeñó en ir a la universidad. Cursó la carrera de derecho, sobresalió como abogado, y por si fuera poca la trayectoria, llegó a ser elegido Concejal en Santiago de Cali, reelegido varias veces y por último, aspiró y ganó por amplia votación, la posición de alcalde de la ciudad.
Apolinar Salcedo llegó a ser uno de los pocos alcaldes en Latinoamérica, sino el único, pese a su condición de invidente...
¿Pudo vencerlo la adversidad? En absoluto. ¿Por qué razón? Porque tenía claro que la única salida era sobreponerse a todo cuando amenazaba con impedirle desarrollar las potencialidades de liderazgo que Dios había sembrado en su vida...
El líder cumple una misión específica
¿Qué identifica a un líder? En esencia dos elementos: el primero, saber de dónde viene, y el segundo, saber a dónde va. Quien no sabe ni de dónde viene ni para dónde va, jamás llegará a ninguna parte.
¿Se ha preguntado por qué su vida pareciera que atraviesa por un período de estancamiento que amenaza convertirse en un mal crónico? Porque en pocas ocasiones o tal vez ninguna, se ha tomado el trabajo de evaluar su vida y, tras descubrir dónde se encuentra, decidirse a trazar metas fijas que le permitan avanzar hacia objetivos concretos.
Este principio es válido en todo cuanto hagamos a nivel secular y eclesial. Pero si nos orientamos un poco más hacia el reino de los cielos, el interrogante podría derivar hacia un aspecto clave: ¿Para qué utiliza Dios los líderes? Para que cumplan tareas específicas, aun cuando en ocasiones el Señor no revele todo el plan de una vez sino progresivamente.
Nada impide que desarrolle su liderazgo
¿Quién puede asumir un papel protagónico en el liderazgo? Toda persona, sin importar su condición económica, social, condiciones físicas o nivel académico, que toma conciencia de las enormes potencialidades que Dios colocó en su vida y las pone al servicio de Dios y de la humanidad.
Hay un incidente que ilustra este aspecto que deseo enfatizar. Salí con un camarógrafo de televisión a realizar algunas entrevistas con la gente. Llevaba dos años con su cámara. Leyó superficialmente el Manual de Instrucciones pero, como era poco amigo de la lectura, a mitad de camino decidió aprender los aspectos más relevantes de la operación de aquél aparato, mediante la práctica.
Pues bien, en aquella ocasión mientras él dialogaba con otro camarógrafo, éste le explicó las posibilidades que tenía con la tecnología.
--Por ejemplo estos dos fichas ¿las ves? Si las oprimes, aunque esté algo oscuro el recinto donde realices la grabación, dimensionará la luz y la imagen tendrá mejor resolución...—
Mi amigo se quedó mirándolo, luego a la cámara:
--¡Jamás imaginé que se pudiera hacer!—le dijo.
¿La razón? Nunca antes había utilizado esas características del equipo. No significara que no pudiera hacerlo sino queno las había utilizado. ¿Me comprende? Dios le dotó de enormes potencialidades para ser un líder, entonces ¿quién pone los límites? Usted y yo. Nosotros y nadie más que nosotros edificamos esas enormes barreras. Y nos corresponde –a usted y a mi--, derribarlas...
Dios necesita de su liderazgo
La Biblia nos refiere una situación de crisis por la que atravesaba el pueblo de Israel. Tras la muerte de un caudillo, caían de nuevo en la idolatría. A partir de entonces iniciaban un proceso de clamor que concluía con el envío—por parte de Dios—de un líder. Cuando éste partía a la presencia del Señor, se reiniciaba el ciclo: pecado – arrepentimiento – ayuda divina – pecado – arrepentimiento – ayuda divina etc.
En circunstancias así, tal como puede ocurrir hoy, el Señor llamaba a alguien específico a cumplir una misión específica, como podemos estudiarlo en el libro de Jueces. “ Pero los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales y a Astarot, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos; y dejaron a Jehová, y no le sirvieron. Y se encendió la ira de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de los filisteos, y en mano de los hijos de Amón; los cuales oprimieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo dieciocho años, a todos los hijos de Israel que estaban al otro lado del Jordán en la tierra del amorreo, que está en Galaad.”(Jueces 10:6-8)
La persona convocada a liberar al pueblo de Dios fue alguien que, como en el relato que sirve de abrebocas a este capítulo, nació con todas las probabilidades en contra y de quien fácilmente podríamos pensar, llegaría a ser un derrotado y jamás un triunfador...
Un líder se caracteriza por ser “esforzado y valeroso”
El hombre escogido por Dios para desarrollar sus potencialidades de liderazgo, fue Jefté. Sin embargo una rápida mirada a su hoja de vida, nos revelaría que no gozaba de las mejores condiciones para llegar a ostentar la posición de un vencedor: “Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad. Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.”(Jueces 11:1, 2).
Repasemos de nuevo todo lo que rodeaba a este hombre: primero, era hijo de una mujer de mala reputación y nació al interior, no de un hogar establecido, sino como consecuencia de una aventura en la que no primó el amor sino la pasión y el deseo. Segundo, su padre no le brindó el apoyo; en otras palabras, jamás gozó de la seguridad que se deriva de una relación afectiva padre-hijo. Tercero, enfrentaba el odio de sus hermanos. Nadie le quería.
¿Considera que alguien así podría llegar a una posición de liderazgo? Vamos, responda con el corazón y con algo de lógica. ¿Verdad que no? ¿Por qué? Porque en nuestro razonamiento podríamos aducir una situación traumática que le conducía a experimentar la derrota y la predisposición al fracaso.
Sin embargo cuando alguien está rodeado de dos características como las que apreciamos en Jefté, es decir, que era“esforzado y valeroso”. ¿Sabe qué significa eso? Que alguien con esos atributos, sigue adelante aunque todo vaya en contra, y además, no le teme a los retos. Esa es la descripción más gráfica de alguien “esforzado y valeroso”.
¿Cómo se llega a ser “esforzado y valeroso”? En primera instancia y desde mi perspectiva como cristiano, dependiendo de Dios y buscando que nos ayude y fortalezca en el proceso de crecimiento espiritual y personal, y segundo, al comprender que nacimos para vencer, porque esas potencialidades las sembró el Señor en nosotros y nada nos debe detener en el proceso de alcanzar grandes metas.
¿Qué ocurrió con Jefté? La Biblia describe que:” Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales salían con él.”(Jueces 11:3).
¿Se da cuenta? Incluso, en el proceso de caída, llegó a ser un pandillero. Sin embargo, aún en su condición, no perdía los dos elementos claves en s existencia: “esforzado y valeroso”.
El tiempo de sobresalir, llegará
Un líder, bien en el plano secular o en el eclesial, no busca auto promocionarse para que todos reconozcan en su vida el liderazgo. Ser líder es algo que se evidencia, no un rótulo para publicitar una condición personal.
¿Qué hacer si nadie reconoce nuestro liderazgo en el trabajo, la universidad o quizá la iglesia? En esencia dos cosas. La primera, no desesperarse. La segunda, seguir desarrollando las condiciones de liderazgo sin mayor espaviento, a la espera del momento oportuno.
Ese “día indicado, a la hora más recomendable y en el lugar más apropiado” llegó a la vida de Jefté con el paso de los años: “Aconteció andando el tiempo, que los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel. Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob; y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón. Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en aflicción?”(Jueces 11:6-8).
Cuando se produjo la circunstancia propicia, este caudillo israelita fue quien puso las condiciones. Los papeles se invirtieron. “Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entregare delante de mí, ¿seré yo vuestro caudillo? Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Jehová sea testigo entre nosotros, si no hiciéremos como tú dices.”(versículos 9, 10).
Y, ¿cómo saber que tendremos éxito?
Ah, la pregunta que generalmente se formula quien asume una enorme responsabilidad. Si hablamos del empleado que debe comprometerse en una tarea grande, piense en que por fin todos sabrán no solo que usted sabe, sino que además puede. Este constituye el primer paso para nuevas posiciones.
Cuando se trata de un compromiso eclesiástico, debe involucrar a Dios. Igual debiera ser en el primer caso, pero hay quienes progresivamente aprenden a desarrollar su liderazgo y luego se afianzan en el Señor. Pero sin duda, El debe ocupar el primer lugar en cuanto hagamos. El constituye la garantía de que tendremos éxito.
En la vida de Jefté se evidenció este principio infalible: “...y Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa.” (versículo 11 b).
Al poner sus planes y proyectos en manos del Creador, leemos que: “Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón. Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos, cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto. Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano. Y desde Aroer hasta llegar a Minit, veinte ciudades, y hasta la vega de las viñas, los derrotó con muy grande estrago. Así fueron sometidos los amonitas por los hijos de Israel. “(versículos 29-33).
En nuestro amado Dios tenemos la plena garantía de vencer. El desarrolla las potencialidades en nuestra existencia y nos hace líderes que ponen un punto muy alto en la historia de la humanidad.
¿Está dispuesto a asumir este compromiso? No olvide que asidos de la mano del Creador, podemos llegar a ser los líderes que la sociedad necesita...
PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN
1. Mencione los dos elementos que identifican un líder.
2. Dios utiliza los líderes para que cumplan _______________________específicas.
3. Quién pone los límites de nuestro liderazgo.
4. Mencione las dos características de Jefté que lo convirtieron en un líder de Dios
5. ¿Qué necesitamos para ser esforzado y valeroso?
6. Un líder no busca ______________________________________.
7. Ser líder es algo que se _____________________________.
8. El _________________constituye la _____________________________de que tendremos éxito.