evangelio mundial
  Transparencia
 

Capítulo 3

El camino de un líder se construye paso a paso - La transparencia debe identificar al líder

 Ps. Fernando Alexis Jimenez

Imagine por un instante al más grande líder social y político de cualquier país latinoamericano. Es respetado por todos, aparece en los diarios cada día y no existe noticiero de televisión que no registre al menos una noticia acerca de su desplazamiento a barrios marginales para estrechar la mano de las gentes desfavorecidas, proponer soluciones a sus problemas e identificarse con su realidad de pobreza y desesperanza.

Alrededor, sus inmediatos colaboradores lo idolatran. Los seguidores consideran que no hay ni habrá en los próximos años nadie que pueda igualar su carisma, esbozar una sonrisa confiada cuando todo alrededor amenaza con derrumbarse, y tener ideas claras acerca de cuál debe ser el destino de la nación.

Alguien afirma con optimismo en la voz:--Será el próximo Presidente de la República. Tiene las capacidades para serlo...—.

Así las cosas, todos coinciden en asegurar que el destino de su patria tendrá perspectivas mucho más sólidas en manos de aquél que, progresivamente y en un hecho que nadie puede ignorar, ha ido escalando peldaños hacia el éxito.

Un día cualquiera todos despiertan sorprendidos con los titulares de los diarios revelando que aquél a quien todos consideraban ejemplar en sus actuaciones, incurrió en acciones dolosas destinando hacia sus arcas personales los recursos que se habían destinado inicialmente a trabajo social.

--¿En quién creer?—comentó un periodista de televisión al referirse al incidente que ponía en tela de juicio a un líder nacional.

Transparencia, una característica

La transparencia debe identificar las acciones de quienes ostentan posiciones de liderazgo en la vida secular o eclesial. Desconocer este principio, además de acarrearnos múltiples problemas, desencadenará la pérdida de credibilidad. Y eso sí es muy grave.

¿Se ha preguntado por qué muchas de las sillas permanecen vacías en nuestras iglesias?

Hay múltiples respuestas para este interrogante. El cambio de los tiempos, es una; la concepción errada de que las personas llegarán al templo si tenemos una programación variada y atrayente y que no necesitamos ir a las calles en su búsqueda, es otra; pero hay una tercera razón: muchos no encuentran en el cristiano un verdadero ejemplo y alguien que asume liderazgo en el lugar en el que se desenvuelve.

Han descubierto que tales creyentes viven a Cristo “a medias tintas”. Dicen una cosa y hacen otra totalmente diferente, que riñe con las enseñanzas que proclaman. Carecen de transparencia.

Una situación así es contraproducente en una sociedad en la que se han perdido valores y principios. No olvide que en medio de tanta desesperanza las gentes buscan algo en lo cual confiar. Ese hecho lleva a otro de suma importancia: creyentes que adolecen de transparencia, antes que estimular la proclamación del evangelio generan un peligroso revés.

¿Tiene problemas con sus actitudes?¿Le falta transparencia en todo cuanto hace?¿Piensa que quizá, ahora mismo, ha perdido terreno en las labores porque dejó de ser claro y coherente entre lo que piensa y lo que hace?

Lo invito para que revisemos un pasaje en la vida de Abram. “Hubo entonces hambre en la tierra; y descendió Abram a Egipto para vivir allí, porque era mucha el hambre en la tierra. Y aconteció que cuando estaba próximo a entrar en Egipto, dijo a Sarai, su mujer:”Se que eres mujer de hermoso aspecto; en cuanto te vean los egipcios, dirán: “Es su mujer”. Entonces me matarán a mí, y a ti te dejarán con vida. Di, pues, que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya; así, gracias a ti, salvaré mi vida” (Génesis 12:10-13).

¿De qué manera incurrió Abram en falta de transparencia en sus actuaciones? Primero, mintió para lograr sus propósitos. Jamás un líder debe ampararse en las estratagemas y engaños para escalar peldaños hacia el éxito, o bien, para obtener beneficios personales.

Un segundo aspecto fue la utilización de otras personas—en este caso de su esposa Sarai--, para lograr su objetivo. ¿Ha visto a su alrededor líderes utilitaristas? Sin duda que si; pero paralelamente se identificará conmigo en el hecho de que, quienes obran de esta manera, despiertan una extraña sensación de engaño.

Es importante que se tome el tiempo suficiente para evaluar hasta qué punto sus ejecutorias han defraudado a quienes le rodean.

Abram había recibido promesas grandiosas de parte de Dios, pero si bien es cierto abandonó su tierra y su parentela tal como le ordenó el Señor (Génesis 12:1-3), caminó durante la primera etapa del trayecto tomado de la mano del Creador pero cuando llegaron los problemas, como la escasez de alimentos en la tierra, tomó el control de la situación en sus propias fuerzas. 

Determinación y perseverancia

La vida de Abram como líder fluctuaba entre períodos de victoria y etapas de declive. 

Pareciera que unas veces confiaba en el poder de Dios, y en otras, obraba conforme a sus propias capacidades y raciocinio. Quien obra igual que él, no avanzará con la solidez y rapidez que se pudiera esperar. La ambivalencia en sus actuaciones lleva a que el paso con que se desplaza sea lento y en muchas ocasiones, poblado de incertidumbre.

En la carta del Señor Jesús a la iglesia que se reunía en Laodicea, advierte: “Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: “El amén, el testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:14-16). 

¿Puede captar el mensaje? En la vida del cristiano se necesita tomar la determinación de vivir a Cristo a plenitud, sujeto a los principios trazados por las Escrituras y, segundo, perseverancia para permanecer en el camino, firmes por encima de la adversidad. No hay lugar para los reveses como aquellos que dan un paso y retroceden dos por que no tienen sólidos fundamentos de fe.

En la voluntad de Dios, todo saldrá bien... 

Cuando estamos caminando en la realización de una misión, bien sea para Dios o en el camino secular, es probable que nos toque tomar decisiones. Algunas altamente satisfactorias, porque conocemos de antemano qué consecuencias pueden desatar. En otras oportunidades, decisiones que adoptamos en fe, solo confiados en que si vamos de la mano de Dios, El nos guiará por la senda indicada.

Cuando desarrollamos esa plena confianza en nuestro amado Señor, generalmente no albergamos temores de que algo pueda salir mal.

Tras regresar de Egipto con su esposa Sarai y su sobrino Lot, trayendo consigo sus posesiones, decidieron encaminarse al Neguev y luego hacia Bet-el que representaba, a los ojos de cualquier buen negociante o ganadero, una tierra promisoria.

Todo iba bien hasta el momento, pero... Y surge el inevitable pero que no desearíamos que apareciera enfrente nuestro cuando todo va “viento en popa”. Sin embargo en nuestra condición de líderes debemos estar preparados para enfrentar circunstancias inesperadas. En el día a día es previsible que emerjan dificultades. Es algo que no debe ni sorprendernos ni llenarnos de angustia.

“Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar. Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot...” (Génesis 13: 6, 7).

El panorama no era nada halagador. Ameritaba de Abram una actitud calmada. Ninguna decisión debemos tomarla acalorados, con la mente nublada por pensamientos derrotistas o tal vez de venganza. Obrar así no traerá buenos resultados ni en nuestro desenvolvimiento personal, ni en la iglesia y menos en nuestras labores en el plano secular.

La propuesta de Abram fue separarse para no agravar las cosas. Le dijo a su sobrino: “¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tu a la derecha, yo iré a la izquierda. Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y Gomorra” (versículos 9, 10).

Al patriarca le correspondió un territorio que no era halagüeño mientras que su sobrino Lot, que no era ajeno a las ventajas que se derivaban de poder escoger, tomó para sí las mejores vegas...

La pregunta que nos hacemos: ¿Por qué permitió que tomaran aparente ventaja sobre él? Porque la fe de Abram, al menos en ese período de su vida, estaba cifrada en Dios. Este siervo tenía claro que  con el Señor, con su divina ayuda, nada podría salir mal como lo señala el salmista: “Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón”(Salmo 37:4).

Esa confianza en el Creador, que es la misma que estamos llamados a desarrollar usted y yo, se vio reflejada en un pleno respaldo de Aquél que todo lo puede: “Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente, y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré” (Génesis 13:15-17).

Si de algo tenemos que asegurarnos es de que caminemos por la senda que nos trazó el Señor. Al movernos en el centro mismo de Su voluntad, tenemos asegurada la victoria. Apartarnos de ese camino para hacer las cosas a nuestra manera, traerá problemas.

Siempre he imaginado a Dios como un padre que advierte a su hijo pequeño –que somos usted y yo cuando estamos creciendo espiritualmente y en la fe—sobre los peligros de jugar con fuego. 

“Es peligroso”, advierte con calma. Pero su hijo, queriendo conocer el por qué, mete sus manos –por ejemplo—en la llama de una veladora. ¿Las consecuencias? Se quema. Aunque el incidente no pase a mayores, paga las consecuencias de hacer las cosas a su manera. Igual quienes dejan de lado las pautas marcadas por Dios y quieren resolver problemas, dificultades y circunstancias inesperadas conforme a sus propias capacidades.

Como habrá podido apreciar hasta el momento, Abram –a quien Dios le cambiaría el nombre por el de Abraham—es presentado como uno de los grandes héroes de la fe: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa...” (Hebreos 11: 8, 9).

De acuerdo con el pasaje que hallamos en el Nuevo Testamento, refiriéndose a su desenvolvimiento como hombre de Dios, tenía claro cuál era el curso a seguir. Pero no nos menciona que tuvo errores. Visto desde esta perspectiva, comprendemos que el camino del líder se construye paso a paso. Es probable que en algunos casos hayan problemas, tal vez errores, pero si la mirada está puesta en el Supremo Hacedor, lograremos llegar a la meta...

PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN 

1. Mencione una característica que debe identificar las acciones de un líder.

2. Cuando un líder no es transparente en sus acciones pierde __________________.

3. Cuando un creyente carece de transparencia… ¿es buen ejemplo para proclamar el evangelio?

4. ¿Cuales fueron los errores que como líder cometió Abram de acuerdo a Génesis 121:10-13?

5. ¿Que consecuencias trae la ambivalencia en las actuaciones de un líder?

6. ¿Qué debemos tener en cuenta cuando vamos a tomar una decisión importante?

7. ¿Qué motivó a Abram a dejar que Lot tomara la mejor tierra?

8. ¿En quién debemos tener la mirada en nuestro caminar como líderes de Dios?

Jimenez, Fernando Alexis, Ser líder no es fácil... pero no imposible, Ministerio de Evangelismo y Misiones "Heraldos de Vida", Usado con permiso.

 
 
   
 
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