Integridad: ganando el respeto a la manera antigua por Craig Brian Larson, adaptado por Jaime Mirón
Juntamente con la integridad, el pastor gana respeto siendo competente en lo que hace. Una de las mejores maneras de exhibir este atributo y así ganar el respeto de la congregación es siempre llegar al púlpito preparado.
Cómo ganar la estima de la congregación y qué hacer cuando no la tiene.
Un día me llamó uno de los miembros de nuestra congregación para anunciar: "Pastor, hemos decidido no venir más a la iglesia". Aunque trató de suavizar su adiós con cumplidos asegurándome que no había nada personal en mi contra, la noticia me golpeó. Le respondí firmemente:"Lamento que se vayan, pero deseo lo mejor tanto para ti como para tu esposa".
Ciertamente, la partida de esta querida familia no fue una sorpresa total. Durante meses la pareja se había ido apartando inexplicablemente a pesar de atenciones extras, incluyendo varias visitas a su hogar. Por algún motivo, sentía que cuanto más intentaba acercarme, más distancia crecía entre nosotros.
Después de su salida, llamé al pastor de la iglesia a donde fueron transferidos (era un amigo) para ver si me podía dar una explicación del cambio. La respuesta me dejó helado. Parecía que mis amigos deseaban a alguien a quien pudiesen tener en alta estima, un pastor hacia quien pudieran sentir un profundo respeto. Por algún motivo yo no era tal persona; nunca había ganado su respeto.
¿POR QUÉ PREOCUPARSE POR EL RESPETO?
Después de años de ministerio, he llegado a la conclusión de que es imprescindible que el pastor sea respetado. Si no lo es, generalmente no es tomado en serio. Yo daba por sentado que me respetarían simplemente por mi posición como pastor y por mi compromiso con Cristo. Mi vida de oración era sólida; mi estudio de las Escrituras era apropiado; mis motivos eran buenos. Pero esto no es suficiente.
Aprendí que se precisa algo más para compeler a los creyentes a prestar atención a las predicaciones, seguir mi liderazgo, y emular mi ejemplo. Para poder cumplir con mi llamado a dirigir la iglesia y discipular a los creyentes, me es imperioso gozar de cierta medida de estima de parte de la congregación. Pero temblaba ante la idea de buscar abiertamente tal respeto. ¿No sería nada más que un actor auto-promocionándose? Sin embargo, un cuidadoso estudio de las Escrituras me enseñó que Dios espera que tal estima exista entre pastores y ovejas.
Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra (1 Ts 5.12-13). Al comparar su propio trabajo la gente a veces considera trivial el del pastor, y hace comentarios tales como: "¿Qué hace todo el día?", "¿Para qué necesita tener un día libre?", o "¡Debe ser muy bueno poder estar todo el día leyendo la Biblia y orando!" Nuestro trabajo debe, justamente, ser tenido en mucha más alta estima.
Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no es de provecho (He 13.17). Esto implica tener una actitud de deferencia hacia el liderazgo, algo que presencié durante una reunión de nueve pastores con nuestro superintendente de distrito. "No estoy aquí para imponer mis ideas," dijo el superintendente. "Quiero saber qué opinan ustedes." No obstante, en la medida en que la reunión proseguía, podíamos sentir su preferencia, que no era la inclinación de la mayoría. Muchos de los pastores expresaron sus dudas pero también mostraron deferencia: "Esta es lo que creo y siento, pero si usted piensa que el plan propuesto será mejor para cada uno de quienes están involucrados, entonces lo apoyo pues usted es líder de nuestro distrito."
No estaban siendo obcecados. Estos hombres de fuertes convicciones estaban expresando en voz alta sus opiniones, pero luego acataban el liderazgo del superintendente debido a que respetaban tanto su persona como su posición.
A continuación, menciono cuatro maneras a través de las cuales un pastor puede ganar respeto genuino.
MOSTRARNOS DIGNOS
Un veterano pastor dijo una vez: "No puedo pararme en el púlpito y ordenarle a la congregación que me respete. La estima se gana a través de la conducta, el amor y el carácter". El carácter y la integridad son los fundamentos del respeto.
Se obtiene el respeto con las cosas "pequeñas". Un pastor que no es adúltero ni estafador de igual manera puede llegar a empañar su nombre por olvidarse de sus compromisos, ser rudo, no cumplir con promesas, no pagar facturas, faltar a las horas de oficina, contar mentirillas, ser desordenado, no devolver cosas prestadas, etc.
SER COMPETENTES
Juntamente con la integridad, el pastor gana respeto siendo competente en lo que hace. Una de las mejores maneras de exhibir este atributo y así ganar el respeto de la congregación es siempre llegar al púlpito preparado. La desgracia de muchas iglesias es que, a la hora de la predicación, no hay un mensaje de Dios que cause impacto en los oyentes a través de su vocero "el ministro" sino algo superficial, mal laborado, hecho en apuros, y como consecuencia la gente no presta atención.
El ministerio de aconsejar es otra manera en que el pastor puede mostrar que es competente y así ganarse el respeto de la congregación. Es necesario que el pastor escuche atentamente a la persona, que aparte suficiente tiempo para tratar el caso, que busque una verdadera respuesta bíblica y que continúe aconsejando hasta que se solucione.
El respeto llega como consecuencia de mostrarnos dignos de confianza y competentes hasta en los menores detalles. Un lunes me llamó un joven de la congregación pidiendo informes sobre cursos bíblicos nocturnos. Le sugerí un instituto en el área y me pidió que le averiguara la dirección y el número de teléfono. "Te lo tendré listo el miércoles por la noche", le dije. Luego de colgar anoté en mi agenda: Encontrar la información para Paco, y en la página del miércoles: Dar la información a Paco. Cuando encontré la información la anoté en la página del miércoles.
Dos días más tarde, después de nuestro culto de la iglesia, Paco me golpeó en la espalda para interrumpir una conversación. "Pastor, estoy muy apurado, ¿Tiene la información que iba a darme?" "Claro", le respondí. Abrí mi agenda y le señalé el número y la dirección, alcanzándole el cuaderno mientras terminaba con mi conversación. Más tarde encontré una nota resaltada en la página de mi agenda:
"Gracias Pastor usted es lo más grande que hay".
RESPETO A LOS NUESTROS, LA CONGREGACION
Para ser respetado por la congregación un pastor tiene que respetar a esa congregación. Hay varias maneras prácticas para hacerlo. En primer lugar, es importante recordar el principio expuesto por el apóstol Pablo: ...a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos (1 Co 9.22). Cuando llego a un nuevo trabajo de pastorado, uno de mis primeros objetivos es conocer a la congregación haciendo un profundo análisis de sus características. Lo hago estudiando la historia de la zona; observando su vestimenta, su vocabulario, su estilo de liderazgo, sus héroes, sus pasatiempos, su manera de tomar decisiones; y adaptándome a ellos (siempre y cuando eso no viole un principio bíblico).
Otra manera de respetar a los feligreses es mantener clara y abierta comunicación con ellos. He sido el causante de innecesarios problemas en una de las iglesias que solía pastorear por no comunicar lo suficiente por un lado y no escoger bien las palabras por otro. Pablo establece la norma: Hablando la verdad en amor...(Ef 4.15 BLA); No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan (Ef 4.29 BLA); Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno (Col 4.6).
CONFRONTAR ACCIONES IRRESPETUOSAS
Sin embargo, siempre llegará la hora de corregir a pesar de las advertencias. Como Pablo le dijo a Tito: Nadie te menosprecie (Tit 2.15); y a Timoteo: ... que con mansedumbre corrija a los que se oponen... (2 Ti 2.25). Si se pasa por alto, el problema tiende a ser repetido, sólo que la próxima vez más descaradamente. La autoridad e influencia del pastor se debilitan aun para el respetuoso cuando pasamos por alto esta clase de actitud pecaminosa. Pero, ¿qué es conducta irrespetuosa? ¿Cuándo corresponde una admonición, y cuándo debe el pastor devolver el guante? Uniendo la experiencia de otros pastores con la mía, he llegado a la conclusión de que un creyente cruza la línea limítrofe cuando comete alguna de estas ofensas: Un desafío directo a la autoridad del pastor. Un pastor me contó de un hermano que era un verdadero Diótrefes (3 Jn 9) y buscaba tener siempre la preeminencia. En una ocasión exclamó al pastor: "¿Por qué no deja que predique su esposa? Tiene más sentido común que usted". En vez de pasarlo por alto o guardar rencor, el pastor decidió confrontar la situación con mansedumbre (Gá 6.1) y amor. No solamente solucionó el problema, sino que hoy existe una buena relación de respeto a pesar de que no le dejó tener dominio sobre la iglesia.
Esfuerzos por desvalorizar al pastor. Otro pastor relata: "Era sólo mi segundo domingo en la iglesia. Luego del culto un hombre anciano me solicitó que visitara a un hombre al que había hablado en la prisión. Le dije que haría todo, intentaría lo posible por ir allí. El domingo siguiente este feligrés me preguntó si había visto al prisionero. Le contesté que no. Delante de todos empezó a gritarme: "Usted es igual a todos los demás. Dice que ama a las almas, pero teniendo la oportunidad de demostrarlo, usted no va." Lo tomé de la mano y junto con un miembro de la junta de la iglesia que vio esta situación, le recordé lo que Pablo advierte a Timoteo sobre no reprender con dureza al anciano, sino más bien exhortarlo como a padre (1 Ti 5.1): "Hermano, puede ser que le haya decepcionado por no haber hecho esa visita aún, pero soy el pastor y usted no se dirigirá nuevamente a mí con ese tono de voz."
Murmuró: "Lo lamento", y salió. Sin embargo, el hombre regresó a la iglesia y ha sido una joya desde entonces. " Críticas y quejas excesivas e injustificadas. Otro pastor me comentó sobre una situación muy común en nuestras iglesias. Una dama llegó al pastor asustada por una crítica que había escuchado. Peor todavía, la persona había apoyado sus argumentos citando a un grupo que se encuentra en la mayoría de las congregaciones: "todo el mundo". "Todo el mundo está de acuerdo con que usted debe renunciar." Cuando ella citó el grupo fantasma él sabía que alguien había estado esparciendo rumores. En forma inmediata empezó a remontarse al origen de las críticas, sabiendo que Satanás siempre busca maneras de causar división. Fue de persona a persona hasta que averiguó que "todo el mundo" eran sólo dos mujeres disgustadas por una decisión.
Usado con permiso de leadership.
La autoridad y los juegos del hombre por Enrique Zapata
Me causa gracia cada vez que observo a los niños jugando con roles de autoridad. ¿Ha prestado atención cuando juegan a ser el presidente o capitán del ejército? Sacan su pecho para afuera, ponen cara seria, y con postura adusta hablan en tono grave, con una supuesta voz de mando. Lo triste y no tan gracioso y ver que los adultos en muchas ocasiones hacemos los mismo.
“Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable” (Ec. 10.1)
¿No le causa gracia (o más bien tristeza) el ver a los adultos haciendo lo mismo, solo que intentando hacerlo en serio? Observe a los imitadores de Luis Palau, de Yiye Avila o Billy Graham; los imitan en las expresiones, en su modo de sostener la Biblia, en el léxico o la música que usan y hasta en algunos casos falsifican los resultados.
Desconcierta el ver a los que se autovanagIorían en nuestro medio; son los que manipulan y menosprecian a otros para estar en las plataformas, en los grandes eventos; exigen eso. Les gusta ser llamados o anunciados como “oradores internacionales” porque han hablado en alguna iglesia de otra nación; los reverendos. licenciados, doctores y conferencistas que vienen con grandes demandas y se presentan a si mismos con muchos títulos. Esa rara mezcla de risa y tristeza también la experimento cuando recuerdo las veces cuando yo también trate de aparentar.
La autoridad y el poder son dos elementos similares pero diferentes, codiciados por miles (incluyendo a muchos cristianos); sin embargo, pocos codician la responsabilidad que lleva el que los posee. Carl F.H. Henry, dijo que "El problema dominante del Siglo XX es la crisis de autoridad",
Para quienes han sido llamados a servir al Señor, la autoridad y el poder son necesarios para lograr los propósitos de Dios. La pregunta clave es cómo tener y mantener la autoridad autentica y poder espiritual procedente de Dios, en lugar de mero carisma humano, fuerza o manipulación.
Sin duda hay tres elementos vitales en relación a la autoridad: la fuente, ¿de quién he recibido autoridad, de Dios o de los hombres? ¿Me la apropié o me la dio el diablo?; el poder (dunamis ). ¿qué poder (fuerza, capacidad) tengo para hacer que otros cumplan lo que ordeno? y el respeto (timee), ¿qué respeto hay sobre mi persona, para motivar a los que me rodean?
Todos sabemos, en la clave de la autoridad y el poder espiritual reside en nuestro caminar íntimo con el Señor, en nuestra obediencia a El y en la pureza de nuestra vida; sin embargo a menudo olvidamos las verdades relacionadas.
Es el Señor quien levanta a unos y no a otros, aunque todos lleguen a tener vidas, similares. David no fue el único santo varón de su tiempo, ni Elías (inclusive, ni podernos afirmar que hayan sido los más santos). Muchos de los grandes santos han sido llamados a servir en áreas desconocidas aunque fundamentales para la gloria del Señor. Pienso en el desconocido hermano Lawrence (Siglo XVII) cuyas cartas fueron compaginadas muchos años después para formar el librito. La práctica de la presencia de Dios (Clie). El experimentó una conversión evangélica a los 18 años y después fue cocinero en un convento. Allí su oración y caminar en la fe tocaron docenas de vidas, y lo sigue haciendo hasta el día de hoy a través de esas "insignificantes" cartas que él había escrito desde su sencillo lugar.
Tal Vez lo que necesitamos comprender es que nuestra ansiedad por una posición o autoridad puede llegar a ser (y. de hecho, lo es en muchos) nada más que el reflejo de nuestros deseos egoístas y carnales, actitudes pecaminosas. Si nuestra ambición es verdaderamente pura, no tendremos ningún problema al contrario, encontraremos alegría en que otro reciba posición y autoridad para lograr un propósito necesario.
La gloría verdadera es ser hallado fiel al finalizar carrera. Mientras más le ha sido dado a uno, más responsabilidad tiene en ser hallado fiel. ¡Cuántos grandes hombres han caído sólo por no guardar santidad íntima en la posición o rol que le habían conferido, dando lugar a su propia concupiscencia!
En las funciones públicas, incluyendo también a la tarea pastoral, no hay decisiones privadas ni actos privados divorciados de su desempeño frente a la sociedad; si bien debe saber guardar su intimidad (y no para esconderla sino por salud personal y familiar), la filosofía íntima debe ser plataforma de la pública. El versículo de Eclesiastés del epígrafe es tremendamente acertado; una pequeña locura puede arruinar al sabio y honrado. La gente nos mira, gústenos o no. Las “moscas” más comunes son la falta de disciplina personal (por ejemplo, comer excesivamente o llegar tarde), la mala preparación para nuestros mensajes y funciones, el gritar a nuestras esposas e hijos en público (que es muestra de lo que hacemos en privado), las disputas sobre cosas triviales, la forma de manejar el automóvil, las excusas presentadas por los pecados personales, etc. Estas cosas tienen más impacto de lo que pensamos.
La autoridad implica responsabilidad; responsabilidad de actuar, y de hacerlo correctamente. No es tanto la posición como sí la obra que debe ser cumplida (I Ti. 3.1). El honor no viene por la posición, sino por el servicio.
El poder de la autoridad está relacionado más con la habilidad y capacidad, que con la fuerza que aplicamos en ejercerla. "Es el deber de un buen pastor el atraer a sus ovejas con bondad y serenidad", dice Calvino, "para que muchos se sometan a su gobierno, antes que ser forzados con la violencia", y continúa diciendo que "reconozco, en efecto, que la severidad es algunas veces necesaria, pero debemos siempre proceder con suavidad y perseverar en ello, mientras el oyente se muestre dócil. La severidades el recurso extremo, ya que los hombres deben ser atraídos... antes que arrastrados. Recién cuando la mansedumbre resulta ineficaz con aquellos que están endurecidos y se muestran reacios, entonces resulta necesario recurrir al rigor; de otro modo no será moderación, o imparcialidad, sino cobardía culposa".
Es interesante que la palabra griega (exousia) usada varias veces en el Nuevo Testamento para mencionar autoridad, justamente implica que es habilidad, capacidad, maestría o poder de influencia. A la luz de esto, esto es fundamental que busquemos del Señor para preparar nuestras manos para la batalla que usemos los medios que El nos provee, tales como la literatura, los cursos, retiros, pláticas con otros líderes experimentados, para capacitarnos y buscar la forma más eficaz, más santa y más amorosa para desarrollar nuestra autoridad. El caminar con Dios y el hacerlo sabiamente entre los hombres permitirá que seamos siervos más útiles en la eternidad. ¡Adelante!
Apuntes Pastorales, Volumen VII – número 1
PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN